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Existen, efectivamente, muchos medio y recursos para evitar la noche que asfixia y reencontrar el aliento fresco y luminoso del nuevo día. Mi propuesta recurre a una iniciativa espiritual: la Oración, pues, a lo largo de veinte años de catolicismo activo, he podido constatar su poder y efectividad. Por eso también presento el perfil de los Nuevos Discípulos, de aquellos Orantes paulinos – cera fresca y blanda en las manos de Dios-, especializados en una oración poderosa que quiere atraer bendiciones para todo humano. Y, a través de la misma, demostrar que nuestro Dios, Padre y creador está siempre atento para ofrecer la bebida que alivia y sana desde las fuentes más íntimas de la Salvación.

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El Espíritu que llama…

¿Qué pensar cuando una persona te dice: “Mis manos están manchadas de sangre… he perdido la cuenta de aquellos que he matado… pero quiero cambiar?”
Debo estar en grado de comprender que las tinieblas tenebrosas de la noche más oscura dominaron la vida anónima y sufrida de estas personas… Pero un día, el Amor del Espíritu de Dios, que no cesa de llamar, acarició la conciencia aturdida de estos hermanos ayudando a liberar sus almas aprisionadas. Sucesivamente, aliviadas ya de la asfixia añosa, rescataron la nobleza de su alma que con un fresco respiro era capaz de expresar lo mejor de sí: el arrepentimiento… Noble y humilde, sublime evidencia de la persona que aún vive, siente, sufre y busca el cambio… ¡Su
espíritu no se había extinguido!

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